domingo, 30 de enero de 2011

VENUS DIOSA DEL AMOR

Posted by PicasaVenus, indescifrable diosa del amor

Hoy hablaremos de Venus, el planeta, cuyos misterios, apenas equiparables a los de una mujer enamorada, han inspirado la creatividad del Hombre durante miles de años.

Salvador Carreño

Venus, el cuerpo celeste más brillante del firmamento terrestre, ha convocado la imaginación de escritores, poetas, astrónomos e, incluso, astrólogos y otros observadores del cielo sin otro interés que la contemplación. Atención tan peculiar generó durante años visiones románticas que, en la realidad, esconden una realidad mucho menos esplendorosa.

Una vez que el Hombre pudo erguirse, entre las primeras cosas que hizo figuró volver su vista a las estrellas. Y de todas, la más atractiva resultó, sin duda, una que no lo era en realidad: Venus, el planeta.

Así, la historia compartida entre el “planeta gemelo” de la Tierra -como fue dado en llamar a Venus-, y la humanidad, surgió de una apariencia engañosa, y conforme se fue desarrollando alimentó mitos, leyendas y sueños que tardarían más de 30 mil años en romperse.

Del mito al paraíso

La mitología romana llamó Venus a su diosa del amor y la belleza, rebautizando a la Afrodita griega. La hizo hija de Júpiter –el Zeus heleno- y novia de Marte, dios de la guerra, conocido como Ares en Grecia. Por ello, los escritores y poetas han hallado en Venus la inspiración creadora para celebrar el amor, y hasta los astrólogos fincan muchas de sus predicciones en el supuesto estado anímico de la también hermana de la Victoria (ésa, la de las alas, como la de Samotracia, que alguna vez estuvo completa, o como el famoso “Ángel” –Angélica debiésemos decir-, que se ha convertido en símbolo de la Ciudad de México).

Total que, viniendo de familia tan selecta, resulta lógico que Venus haya generado expectativas tan elevadas a lo largo de la historia de la humanidad y que aun en la actualidad le confíe sus cuitas de amor. Pero lo cierto es que Venus, el planeta, es menos cordial de lo que hubiésemos querido.

Todavía en el siglo XIX, era común la idea de que, compartiendo con la Tierra “tantas” características, debería haber grandes probabilidades de hallar vida en la superficie venusina. Algunos hasta afirmaban que Venus era un auténtico paraíso poblado por fauna similar a nuestros dinosaurios, primeros mamíferos y aves, así como plantas exóticas.

Hoy, sin embargo, sabemos que las coincidencias entre la Tierra y Venus son más bien pocas, como las dimensiones por ejemplo, ya que frente a los 12,750 kilómetros de diámetro terrestre, Venus cuenta con 12,190. Ambos se formaron de la misma nube cósmica y tienen similar fuerza de gravedad. Pero hasta allí, porque por lo demás resultan totalmente distintos.

Donde el oeste es oriente

En cuanto al proceso de rotación, Venus presenta dos peculiaridades interesantes: rota de este a oeste; o sea, en sentido inverso al de la Tierra y la mayor parte de los planetas del Sistema Solar; imaginemos que pudiéramos estar en una supuesta playa venusina (que no las hay), equivalente, digamos, a Cancún, en la península de Yucatán, y nos preparáramos para contemplar un romántico atardecer, en el que el sol se ocultase tras el mar (tampoco lo hay), al tiempo que pidiéramos un deseo...

Nada de eso sería posible, primero porque, como hemos apuntado, no hay ni playas ni mares, y es que la atmósfera venusina contiene agua en cantidades ínfimas, atrapada en las nubes, cuyo componente principal no son hidrógeno y oxígeno, sino ácido sulfúrico; ¡sálvese quien pueda! Además, aun en el caso imaginario, sería imposible que el sol se ocultase tras el mar, frente al Cancún venusino, ya que ahí, el poniente es el este ¡qué enredo! y el oriente el oeste. En todo caso habríamos podido ver el amanecer.

Sin embargo, para hallarle más complicaciones al asunto, para observar resignados el amanecer, tendríamos que esperar el equivalente a 243 días terrestres, que es lo que dura un día en Venus. Y eso de ver el Sol, nada amigo mío, la densa capa de nubes envuelve permanentemente el planeta y filtra la luz solar a través de una especie de smog amarillento (¡zas! ¿cómo no se nos había ocurrido antes? podríamos simular un escenario venusino en cualquier avenida de la ciudad de México o de Santiago de Chile), que ilumina la rocosa superficie, que se nos muestra de un rojizo abrasador.

¿Por qué abrasador? dirás. Parece mentira, pero en Venus hace mucho, pero mucho más calor que en Mercurio ¡¿en serio?! Pues sí, aunque Venus dista del Sol 108 millones de kilómetros, contra los 57 millones de Mercurio, la atmósfera venusina permite la entrada de la luz y el calor, pero al refractarlos, las nubes le impiden al calor volver al espacio; la consecuencia son unos 482° centígrados como temperatura promedio.

Otra peculiaridad de Venus la constituye el tiempo que tarda en dar una vuelta alrededor del Sol, pues a una velocidad de 35 kilómetros por segundo, el periodo de traslación se completa en 225 días terrestres; o sea, que un día venusino es más largo que un año del mismo planeta. ¿Te imaginas cumplir años cada día? La de pastel que comeríamos. 

Claro que sería catastrófico para la dieta, sobre todo porque aun cuando la fuerza de gravedad en este planeta es similar a la terrestre, la presión atmosférica es entre 90 y 100 veces mayor; si a veces te has sentido pesado luego de una comilona, o más, si viviendo a nivel del mar te ves en la necesidad de viajar a localidades a alturas mayores y con presiones mayores, piensa lo que se debe sentir que el propio aire a nuestro alrededor nos aplaste contra el suelo.

Ríos de lava y oro de los tontos

Suponiendo que estuviéramos en posibilidades de resistir tan hostiles condiciones, de poco nos serviría, porque ni siquiera tendríamos el consuelo de aguardar la noche estrellada y su romántica luna, porque Venus carece de satélites naturales y las nubes, de nuevo las horribles nubes de ácido sulfúrico (de eso dicen que está hecho el Infierno), no nos permitirían ver una sola estrella.

Quizá un vulcanólogo sacaría mayor provecho de una visita a Venus, ya que lo que sí abunda son los volcanes y los ríos de lava. De hecho, parece ser que 85% de la superficie del planeta está cubierta por roca volcánica. También hay mesetas inusualmente brillantes que los viejos gambusinos (buscadores de oro) del oeste americano confundirían con el amarillo metal, si bien es seguro que se llevarían tremendo chasco, pues en vez de oro, es probable que lo que les esperaría serían extensiones enormes de pirita de hierro, conocido en la Tierra como el “oro de los tontos”. Cierra este paisaje rarísimo un grupo de cráteres producidos por el impacto de gigantescos meteoritos que han bombardeado Venus. 

Si todavía te empeñas en recurrir a tu agente de viajes más cercano para preguntar por el próximo tour a Venus, el planeta, que tenga buen viaje; sólo recuerda llevar contigo tanque de oxígeno, además de tantos cremas y afeites como se te ocurran como para sobrellevar una atmósfera constituida primordialmente de bióxido de carbono (96%), nitrógeno (3%), al ácido de las nubes, el poquito de agua y dos o tres sustancias más que, seguramente, harían gritar a nuestras mamis: ¡Pero mira nada más hijito, deja eso que te harás daño!

Son tantos los peligros, que lo más recomendable es que sigamos disfrutando de la Venus mítica, ésa con la que una vieja y conocida canción, “perfume de Gardenias, del autor Rafael Hernández, compara a una hermosa mujer cuando le dice: “... Tu cuerpo es una copia, de Venus y Citeres, te envidian las mujeres, cuando te ven pasar...”.

martes, 25 de enero de 2011

viernes, 14 de enero de 2011




Serenidad en la fotografía de G.Colbert
Documental fotografías animadas de Gregory Colbert.

Helmut Newton. Documental fotografía

Un magnífico documental de uno de los fotógrafos más relevantes del siglo XX.
Se centra en la subasta de un enorme libro con fotografías de personajes famosos a los que fotografió.

Helen Levitt

Fotógrafa estadounidense (31 de Agosto de 1913- 29 de Marzo de 2009).
Considerada una de las grandes fotógrafas del siglo XX, su obra más conocida es en blanco y negro y en el genero documental. Pero también hizo, en las últimas décadas de su vida, fotografía en diapositivas a color.
Muchas de sus fotografías son retratos tomados en las calles de Nueva York, sobre todo a los niños.

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